Pertenece a la tríada visceral (8, 9, 1).
Buscan tener paz interior. Evitan a toda costa mirarse a sí mism@s, y para ello, se funden con otras cosas, personas o grupos de personas, amoldando sus prefencias y gustos a ell@s, “anestesiándose” para no ver quienes son en realidad y bloqueando las emociones relacionadas con la ira, porque desestabilizan esa paz interior.
De niñ@s, por lo general, se sintieron invisibles en algún momento y percibieron que sus progenitores les mostraban afecto cuándo “se portaban bien” y adaptaban sus gustos a los de ellos. De ahí nace el miedo al conflicto que tienen la mayoría de los 9: esa herida de a infancia les hace pensar que llevando la contraria, diciendo que no, opinando diferente y haciéndose notar, van a dejar de ser querid@s. Esto hace que tiendan a anularse como personas, intentando pasar desapercibidas y “camuflándose” con el entorno desde la pereza y la procrastinación, en especial cuando tienen que afrontar cualquier problema.
Esta particular cualidad de camuflaje con el entorno hace que sea común confundirlos con cualquier otro eneatipo.
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El eneagrama no es una herramienta de clasificación sin más.
Hay personas que se quedan en la superficie. Que descubren su eneatipo y se escudan tras él.
“Es que soy un 9. ¿Qué se le va a hacer?”
Al adentrarnos en el mundo del eneagrama, es importante saber que no se trata de quedarte con tu número y ya está.
Una vez reconoces tu eneatipo, te toca trabajar en ti. Te toca profundizar, identificar patrones, enfrentar miedos y sanar heridas.
También es importante saber que los eneatipos que se describen en Axolote Coaching, se encuentran siempre en estado medio.
Ni sano, ni insano, sino en ese estado de piloto automático en el que nos encontramos la mayor parte del día.
Además, insistimos en que se trata de una herramienta tremendamente flexible. No todos los 9 son iguales, cada uno ha tenido su historia con su propio bagaje, por lo que podrás sentirte más o menos identificad@.